Una palabra menos todos los días
una palabra menos
hasta el silencio
después del taller me he vuelto muy consciente de mi propia escritura
de su forma, de su honestidad
después de mucha exposión, irónicamente, me cuesta volver a escribir
tengo una timidez renovada, un pudor de verme
sentirme o saberme
un poco más clara que antes
ahora en la necesidad, supero esa timidez
para sacar como por una hilacha el nudo de mi garganta
mi dolor de guata, mis mariposas del pecho
para hacer montón con los besos que se me juntan en la boca
que se me acumulan, quizá mucho antes de tiempo
siento que me ahogan y pienso
qué voy a hacer cuando te tenga lejos?
y no te vea, y te espere a cada momento
y siento mi genio mezquino
que trata de tirar de mis piernas
mis vacíos y mis miedos
y me sacudo, y lo echo lejos
y pienso bueno
si he juntado ya tanto cachureo
qué son hoy unos besitos de más
o de menos
busco por todos los medios atreverme a hablar
y creo que estoy haciendo algo, y creo que escribir va a salvarme la vida
creo que tengo palabras para lo que me pasa y que estoy cada vez más cerca de decirlas
pero me encuentro a mi misma frente al papel, y me doy cuenta
de que no soy capaz
y escribo sobre cada nube, cada rayo de luz
cada detalle que me permita externalizar
mirar a mi alrededor como una compulsión
cualquier cosa que evite el mirar hacia adentro
y hago oídos sordos a cualquiera que lo haga notar
me averguenza demasiado tenerle tanto miedo a mi propio dolor
y qué pensaste que pasaría?
- aquí ya está todo roto
sólo sonaba como un eco
- y el puño que se cierne, puño que se cierra sobre vidrio molido
qué pensaste que pasaría?
- sin melancolía, sin nostalgia
la herida vista desde el costado?
- la herida viva y el puñal clavado
qué hueá pensaste que pasaría?
- puñal en mano
y el desangrado?
- eso sí que lo sabías
Caminé sintiendo mis piernas como sacos de arena. Pensé que no alcanzaría la neblina, así que aceleré el paso. A medida que avanzaba, bocanadas de aire entraron a mis pulmones, aire frío, húmedo, teñido suavemente de leña quemada y tierra húmeda. Lo sentí recibirme por dentro, derritiéndose al instante como escarcha.
Conocía la urgencia. "Un auto está en llamas, y no hay nadie al volante". Negras palomas erizas me recibieron en la costa. El horizonte se fundía con el mar en nube grisácea infinita. Me senté ahí, junto al borde, dejé cada escalofrío recorrer mi cuerpo, sentí la bruma chocar contra mi piel. No necesité otra cosa.cuando creo que escribir me va a hacer bien
me doy cuenta de que no veo nada que lo amerite
como si se escondiesen mis preocupaciones en mi propio ceño
ocultas de ambos ojos
acurrucadas demasiado cerca para ser vistas
entonces, bailo al rededor con las palabras
hago giros sobre su ausencia
cabriolas en el silencio de la noche
la fuerza totémica del gran espacio en blanco
dicen que disociar es algo normal cuando se hacen cosas cotidianas. cuando se camina, cuando se compran cosas en el super, cuando se lee un libro y tienes que releer el parrafo de nuevo.
tengo una imagen en mi cabeza. estoy llorando desconsolada. me cuesta respirar, siento mis ojos achinados por la hinchazon, y la cabeza abombada. estoy en una pieza oscura, discutiendo. es un escenario tan reiterativo que ni siquiera podría decir por qué discutía. y lloraba, y sentía que se me iba a salir el corazón por la boca. y miraba su rostro, y buscaba un reflejo, una chispa, un indicio. pero era como mirar al fondo de un pozo, y esperar a que mirara de vuelta. un totem, insondable.
en algún punto, entraba a un estado de extenuación tal que el cansancio me sacaba un poco de mi. y seguía llorando, y me sostenía el cuerpo con las manos, pero parecía encontrarme unos cuantos centímetros más atrás. y miraba hacia adelante, y seguía viendo su rostro, y pensaba, cuanto más será? unos 15 minutos, una media hora? una hora entera? quizá no ocurra nunca. quizá, si lloro un poquito más, quizá, si dejo de hacerlo...
y me sentía descansar, en ese pequeño compartimento que estaba solo un par de centimetros más atrás. y ahí, llorando todavía, completamente desbordada por la pena y la impotencia, divagaba también. eso, hasta que de repente, una luz al final del tunel. algo era distinto. un pequeño gesto, una expresión, un espasmo facial quizá. si me preguntan no podría decirlo con certeza, pero estaba ahí. se había asomado como una sombra detrás del mármol. y no sabía bien cómo ni por qué, pero algo había cambiado, y ahora tenía una chance. intentaba volver a verle el rostro, y lentamente reconocía a la persona que se encontraba frente a mi. a donde se había ido? no lo tenía claro, pero daba lo mismo. ya estaba ahí. y una vez ahí, poco importaba donde había estado (o eso solía creer); si era la persona que amaba, seguro estaba ahí para resolver todo, junto a mi. seguro venía a deshinchar mis ojos, a acariciar mi migrañosa cabeza. repentinamente, todo se volvía un torbellino de cariños y cuidados. todo era comprensión y empatía. y al rato, examinando los rastros de tanto sufrimiento en la cara, solía decir que me veía hermosa. especialmente después de llorar tanto.
a veces, todavía me siento disociar. creo que me distraigo entre medio de la pena y la frustración, y de repente me siento un poco más atrás: de repente ya no estoy triste, pero tampoco estoy de ninguna forma. y pienso si es que tengo que hacer algo, para hacer asomar esa sombra. y pienso que estoy quizá muy vieja para ese tipo de cosas, incluso si quisiera no sabría cómo hacerlo. me pregunto si es que valía la pena en primer lugar, y me respondo al instante y de manera categorica. pero entonces, qué hago aquí, en este par de centímetros hacia atrás? aquí donde todo el resto de las cosas parecen correr en cámara lenta? miro de nuevo hacia adelante, a un rostro, y lo veo como una fortaleza inescrutable. me pregunto si había otra salida en ese momento. me pregunto si quise buscar una salida en ese momento, o si quería con todas mis fuerzas entrar. me pregunto qué quiero hoy, y no sé qué responder. y me quedo aquí mirando, a pie del monolito, en silencio, solo un par de centimetros atrás, tratando de recorrer esa pequeña distancia, yo sola, aunque se sientan como una centena de pasos, una millonada de pasos, de aquí hasta allá, de vuelta al presente, de vuelta a mi.
cansada y triste
atrapada a cuatro paredes
cansada y triste
tratando de sacarle unas palabras a la muralla
hoy día caí en cuenta que esta pena vieja que tengo no parece tener más lugar en este mundo, a la fecha de este año y de este mismísimo día. y como soy dura, la voy a sostener unos instantes más. la sostendré con fuerza, y luego la aplastaré entre mis manos.