sábado, 30 de mayo de 2020

In the yard

en una mezcla del día de lluvia y de la cuenta de mis propios días, cierro los ojos y trato de recorrer los lugares de la vida que me han llenado el corazón.
Las calles de tierra que se cruzaban entre las pocas grandes avenidas de las afueras de Copiapó.
El faro escondido de Caldera, rodeado de rocas y arena.
Las dunas y el cerro Imán, coronado con la tétrica laguna que se encuentra al fondo del pequeño rajo.
Incontables lagunas perdidas en una infancia viajera y acampada.
Los caminos mojados y embarrados del sur austral, en pleno 18 de Septiembre.
Una pieza a la que solo se podía llegar a traves de una escalera de caracol en el patio.
El recorrido de las cuadras desde la estacion de bomberos de reñaca hasta la costa
Mi mirador favorito, y los minutos que demoro en bajar a pie hasta la playa
Las parcelas vecinas en Faro Norte, las abanonadas, las sembradas, y aquella que tiene esa entrada majestuosa con dos largas hileras de pinos escoltando el camino.
Recovecos junto al río
Camino largo de rocas junto a Guanaqueros
Un atardecer abrumadoramente claro en Tongoy
Una cabaña húmeda y oscura en un Tongoy pasado
El jardín de mi abuelo , florido, con rosales cuidados y una banca frente al árbol de la esquina y demasiadas flores que parecen bailarinas
La extraña calle de mi casa, cuando aprendí a andar en bici.
La línea del tren que acompaña la calle hasta el pueblo más cercano
La escalera que llega al plan desde la quebrada, aterrizando tan cerca del cine
El eterno y cortísimo camino desde la casa de mi abuela hasta Bahia Inglesa por la moderna ciclovía
La calle del lado oeste de Copiapó que tenía esos altísimos jacarandá
Un departamento con cortinas demasiado gruesas
Un departamento con vista a un arbol y una silla
La orilla del río Tolten
La costa de la sexta región
Un living demasiado luminoso con las paredes carcomidas
Casi cada lugar que hay por sobre las nubes
La cima lluviosa del Empire State
Un recorrido de micro por los suburbios de Baltimore
Un momento exacto del recorrido entre Buin y Santiago en un día en que las nubes son el llamado absoluto y omnioso de una felicidad un poco maniaca
Una librería estrecha y amontonada llena de misterios
Lluvia abapullante y repentina en las calles de Baltimore, precedida por un calor insoportable
Caminar las sombreadas avenidas de la Gran Manzana en plena salida del verano
Un mirador congelado con una rosa de los vientos grabada en el suelo
El amanecer magallanico en la costanera
La última noche de nieve en Toronto
Un barrio lleno de casas que fácilemente podrían haber colgado de un cerro en Valparaíso
El tren que viaja entre Seattle y Portland por la costa y los bosques
La cima de juegos alegóricos
Un mirador, la tierra, y la vista que da sobre la ciudad que es mi hogar
Veredas mojadas y un olor a mota indisoluble en el aire
Los puertos que se parecen los unos a los otros
Camping veraniego junto al rio Calle Calle
la biblioteca que parece una nave alienigena
Un lugar tan remoto que no recuerdo si quiera su nombre ni ubicación
La cima del cerro grande en un día soleado
Calle Condel en plenos años 2000, con lluvia y disfraces
Subways, Tim Hortons, Starbucks, comidas chinas e hindpúes y la compañía de mi madre
El casino de la universidad en pleno baile alcoholico y frenetico
La cocina de mi casa, mientras me balanceo en los muebles, y mi tía me enseña a cocinar
los miradores de las torpederas
la vista nocturna de buenos aires en un día de lluvia
Los recorridos caminados por la capital argentina con celular en mano
La playa donde pinté dos emojis para una amiga y su enamorado
Incontables recientos apretados, sudorosos, con el bullicio de la musica de alguna banda
La plazuela con salida al mar, a un par de cuadras de la supuesta casa de K.C.
las pequeñas lomitas junto a punta teatinos
los parajes helados de snoqualmie
Avenida Alessandri, de cara al mar y a un atardecer ácido tan rojo que parecía oscurecerse por la condensación del color
La tienda donde compré mis primeros pitos legales
Una tienda de quesos atestada, con muestras de queso dulcísimos y deliciosos, junto a un mercado colorido y congelado
Unfinitos locales de streetfood que acompañaron paseos y caminatas
La vista desde el Santa Mónica Pear y su exponencial y curioso parecido con las costas vilñamarinas
El largo camino entre los locales de empanadas de concón y reñaca
Pedro Montt atravesada por el fuego de barricadas
El puente que une San Antonio y Santo Domingo atestado de personas
Un living ahumado y con una playlist que se repite diariamente
Santiago desde la vista de un santiaguino
Un restorant con vista a una plaza sombreada y verde
El recorrido de un día doloroso, de extremo a extremo de la urbe, por una amiga motorizada y compasiva

quizá cuantos lugares más olvido
lugares en los que he podido sentarme un segundo
y mirar un poco
regodearme en mi sentir











martes, 26 de mayo de 2020

there's this song

es una canción repetidísima. apuesto que debe ser la canción más dedicada de la historia
estoy segura de que mínimo un par de personas a mi alrededor ya la dedicaron, o les fue dedicada
apuesto que tú mismo ya la dedicaste, y podría darlo 100% por hecho
se sabe que dedicar canciones es tan de la decada pasá, que no tendría nada de raro
y aun así, con un poquito de verguenza inicial, como si alguien me estuviese espiando
en mi pequeño outbreak sentimental
la pongo siempre y te pienso, mientras se me aprietan todas las glandulas de la cara
es la canción que suena en mi cabeza cuando manejo en el auto y me pones la mano en la rodilla
o la que suena cuando gesticulas mucho los chistes, haciendote el adorable
o cuando levantas y juntas las cejas pa reírte fuerte (cuando fue la última vez?)
o cuando lo único que puedo pensar es en esconder mi cara en el hueco entre tu hombro y tu barba
suena en mis recuerdos, hasta cuando no sonaba en realidad
parece la música que alguien editó por sobre momentos de la vida
como ese instante que pasamos apretados
entre la gente que se apiñanba sobre el techo de una casa
en busqueda de alguien que se había perdido
distraídos un segundo por las luces, y por nosotros
como si no hubiera habido nadie más




viernes, 22 de mayo de 2020

no tengo nada

La carta mal escrita me mira desde el escritorio
Mientras tanto, no tengo un pito ni un cigarro
Ni una vapeá ni una colilla

/

Hace cuatro dias, vi un ataud solitario en su carroza
estacionado a dos cuadras del hospital
saque la mano por la ventana y toque las primeras gotitas de lluvia

/

a veces me parece ver el reflejo del sol de las casas de la colina
que se esconden en el muro del vecino


viernes, 1 de mayo de 2020

elaboración

a ratos pienso en decirte cosas
luego pienso en escribirlas una carta
luego te veo, me agarro a tu cintura
 y duermo

swarm

a algunas de las cosas que existen en mi las pienso
flotan en palabras y se repiten en mi interior como un hechizo
se declaman y se narran sin necesidad de mi intervención
otras me atraviesan, sin forma ni color, y las siento como una ráfaga de viento, como el murmullo de un transeunte que se cruza conmigo en una calle atestada
otras, viven en la punta de mi lengua, a veces con los dos pies afuera, a veces saltando y volviendo a entrar
otras pocas se vienen a vivir acá
privilegiadas, de ser leídas y releídas
a veces queriendo vivir en el interior de alguien más