sábado, 20 de febrero de 2016

Hola hola!

Días como los de hoy no llegan a propósito, por más que lo planee. Y si bien nunca he sido una mujer mística, el que me llegue la regla siempre me pone en una situación especial, algo así como una disposición que va más allá del estado de mis hormonas. Me dan ganas de tener un día para mí, y de tanto en tanto el universo conspira para cedérmelo. Hoy, desperté y me sentía ansiosa hasta hace poco. Fui con mi familia a almorzar a un restaurant vegetariano que queda cerca, que no era tan caro y, si bien tampoco había gran variedad, estaba todo muy rico. He estado trabajando en mi pequeño telar, y avanzando mis proyectitos con la máquina de coser (que decide echarse a perder cada vez que hago un maldito doblez). Ahora tiño ropa que he guardado por años, sin saber qué hacer con ella y que por motivos sentimentales no logran salir por la puerta de la venta o el regalo. Bajo una película de terror gringa, y cargo por mientras una asiática en otra ventana. La luz tenue de mi cocina me recuerda las tardes que pasé aquí cocinando con la única compañía de mi computador y mi disco duro, con todas las películas de terror que había logrado acumular en ese entonces. Demoraba tardes enteras en hacer platos relativamente simples, todo por el gusto de juntar dos de mis pasatiempos favoritos: cocinar mientras veo películas, si es posible de terror, y, muy de vez en cuando, de cocina también (digo, de cocina de terror... Véase los Tres Extremos).
El transcurso del día mejora a medida que la gente va saliendo de la casa, y esta se va quedando en silencio. Es fácil ponerse melancólica así, pero creo que es más lo feliz que me hace poder estar conmigo misma. Maravillosa calma entre tanta tormenta.

1 comentario:

  1. Que interensante lo de la película y la cocina ajaja. Los días para "uno" son buenos, y necesarios para tomarse las cosas con cierta calma y hacer reflexiones. Hoy día me parece que el mundo no reflexiona tanto.

    Saludos estimada !

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hola hola