con las piernas colgando por la corniza del treintavo piso
vista fija en un punto en el suelo
he repasado cada camino tomado, camino por tomar
formas de perderme un rato
de todas las nefastas formas que conozco
y hasta ahora (cosa que parece un logro)
había logrado permanecer contemplativa
sumando daño, sí, pero el cotidiano
nada extremo,
nada extremo
y ahora
me cosquillean las manos
los pies
y el resto del cuerpo
por saltar de la corniza
al camino que sea
a quien me lleve
a lo que sea que me lleve
hasta que me mate la caída
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