desperté con una burbuja de sangre entre mis piernas. conté los días en mi agenda, agradecida de haber anotado la última regla, cosa que en realidad no hago jamás.
no calzó.
en el espíritu cumpleañero, y por qué no decirlo, después de haber visto tantas películas seguidas que mi razonamiento lógico empieza a flaquear, trato de imaginarme a mi misma como las chiquillas de las películas que me gustan tanto, con el camisón de flores, el pelo enredado y sangre corriendo por las piernas, con el alma a punto de ser devorada por un sucubo, íncubo o demonio. ¿no será como metafórica esta cuestión? las cabras esas siempre han tenido un rollo con el pecado, la inocencia, el abuso, cuanta tontera más. han habido demasiadas incursiones lamentables en mi cuerpo, lo bueno de la sangre es que limpia todo eso: es un nuevo comienzo, otra oportunidad para ir a cagarla, pero con la esperanza de que no la cague tan a fondo esta vez. supongo que eso te hace más vulnerable, ¿será eso lo que le gusta a los demonios?
le doy a mi cuerpo el beneficio de la duda, y espero dejar a toda criatura impía fuera fuera fuera de mi, aunque sea por un tiempito.
p.d: y no es por eso que a los demonios le gustan las niñas, pero me servía para mi narrativa.
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