jueves, 21 de marzo de 2024

i've been waiting far too long

Me abrazó, y apoyo sus labios en mi frente. Yo le toque el rostro con las manos, intentando registrarlo, para no olvidarlo jamás. Finalmente, nos despedimos con un beso torpe. Era esperable; la verdad, no tuvimos nunca mucha práctica.


jueves, 14 de marzo de 2024

(antiguo)

un secreto 

susurrado a un árbol

cubierto de lodo

abandonado

para siempre

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 Hace un par de días, pensé que era el primer día, en mucho tiempo, en que sentía algo. No sabía bien qué; quizás era un poco de todo. Desde siempre, mi experiencia subjetiva consiste en altos muy altos, bajos muy bajos, e intermedios que no duran más que un par de horas. Los últimos meses sentía que nada se movía. Los bajos se habían quedado abajo, muy abajo, estancados e inertes. Sentía el cuerpo adormecido, el pecho vibrante, la cabeza muy pesada. Como una hoja al viento, como una roca que rueda río abajo, todo en la peor forma posible.

Han pasado tantas cosas importantes, que tuve miedo de perdermelas. Quise sentir los últimos momentos de este arco con felicidad; quise reír con mis amigas y compañeras, quise dejarle palabras sinceras a mis niños. Quise aprovechar esos últimos días en Santiago, ir a la feria, intentar sentir en mi cuerpo ese entusiasmo liviano y luminoso. Quise caminar por la calle y sentir el sol en mi piel. 

No preví la pena. Creí que se sentiría igual estos últimos meses; esa mezcla de angustia y aplanamiento, esa desesperación insoportable. No preví la pena profunda, el dolor visto en cámara lenta, de mi corazón rompiéndose en pedacitos a sí mismo. Se siente increíblemente necesario, y nunca había visto con tanta certeza lo alineados que están ambos sentimientos. Sin embargo, ahora no puedo parar de llorar. A veces siento que pierdo las proporciones. Pero me pregunto si, cada vez que llore, estaré sacando algo de esto al mundo. Parte de este sentimiento se vuelve tímido afuera. Pero quisiera llorarlo, quisiera llorarlo todo, porque por primera vez quizás, veo todo esto quedarse atrás. Sin la ilusión infantil del retorno, avanza mi vida como cauce de río; nada permanece igual, aunque lo parezca. Quisiera llorar infinitamente, por todo lo que se pierde, y no vuelve. Lo que odié y lo que amé. Nada permanece realmente.